Foro: Terrorismo de Estado y Presos Políticos en Cuba y Latinoamérica - Artículo de Opinión


FORO: TERRORISMO DE ESTADO Y PRESOS POLÍTICOS EN CUBA Y LATINOAMÉRICA

PRESENTADO POR: INTERAMERICAN INSTITUTE FOR DEMOCRACY


ARTÍCULO DE OPINIÓN

Por VA Mario Iván Carratú Molina

7 de marzo de 2024

Primeramente, agradezco al señor Carlos Sánchez Berzaín por su gentil invitación a participar en el foro: Terrorismo de Estado y Presos Políticos en Cuba y Latinoamérica. Considero oportuno presentar este artículo de opinión, para  profundizar en el análisis que no pude exponer en el foro. Tuve que improvisar, ya que los cinco minutos asignados a los panelistas, no eran suficientes para abordar el tema que deseaba desarrollar.

El Sr. Javier Larrondo, presidente de Prisoners Defenders, dió inicio al foro hablando sobre lo que él considera, son los cuatro pilares que tiene el régimen cubano para sostener su poder: 1. Falsa superioridad ideológica; 2. Las relaciones internacionales; 3. Los ingresos ilegales y 4. El poderío represivo militar. El Sr. Larrondo fue claro al señalar que considera la falsa narrativa de superioridad ideológica, la piedra angular.

No es casualidad que el Sr. Larrondo y yo consideremos la falsa narrativa ideológica como un factor preponderante. La presentación que yo había preparado, iniciaba con un breve recuento histórico para ubicar en el tiempo, el origen de la inoculación ideológica comunista en Venezuela.  

A comienzos de 1930, el General Eleazar López Contreras, Ministro de Guerra y Marina del dictador Juan Vicente Gómez, alertó sobre la infiltración comunista en las Fuerzas Armadas. Después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, en 1958, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) fue excluido de la coalición democrática conocida como El Pacto de Punto Fijo. Ese pacto propició la violencia armada en la forma de guerrillas marxistas que fueron entrenadas por cubanos y financiadas principalmente por Rusia.  

Durante el período democrático, el Estado venezolano nunca llegó a desarrollar una política de Seguridad de Estado; Sin embargo, a principios de los sesenta, Venezuela se anotó un gran acierto al firmar el Plan de Ayuda Mutua con los Estados Unidos, acuerdo concertado por los presidentes Kennedy y Betancourt. Esta alianza permitió que los Estados Unidos brindase entrenamiento a militares y policías venezolanos, y proporcionara equipamiento a las fuerzas de seguridad del Estado. La guerra contra la guerrilla marxista-fidelista fue sangrienta, pero el Estado logró controlar insurrecciones militares y reducir, casi por completo, los focos guerrilleros.

La pacificación de Rafael Caldera, a comienzos de los setenta, fue el punto de viraje en la historia contemporánea de Venezuela. Permitió que guerrilleros asesinos se infiltraran, con total impunidad, en la sociedad venezolana. Los comunistas perdieron la lucha armada, pero la batalla continuó en el campo ideológico. Algunos de los guerrilleros pacificados incursionaron en la política, financiados por el Estado venezolano. Otros, fueron beneficiarios con concesiones millonarias en el ámbito comercial. Unos pocos se beneficiaron de un plan de becas en el exterior: a los pobres, Caldera los becó para ser técnicos de aduanas y formar parte de la NABALAC, dependencia del Ministerio de Hacienda; mientras que a los hijos de destacados dirigentes comunistas les otorgó becas para estudiar carreras universitarias en la Sorbona de París y en España. 

El resquebrajamiento de la Institución Militar comenzó con la impunidad de la pacificación de Caldera. A principios de los ochenta, diez años después de la pacificación, comenzaba dentro de las Fuerzas Armadas, un movimiento silente que penetró las unidades militares con el propósito de tomar el poder en el mediano plazo. En 1988, se llevó a cabo un ensayo de los golpistas, una movilización de blindados conocida como "La Noche de los Tanques". No se investigó.  

En 1992, se produjo el cuartelazo militar liderado por Hugo Chávez Frías, como parte de una conjura civil-militar. Aproximadamente el noventa y cinco por ciento de las Fuerzas Armadas permaneció leal a la Constitución. El presidente Carlos Andrés Pérez pudo controlar la insurrección en pocas horas. El expresidente Rafael Caldera justificó el intento de golpe de Estado ante el Congreso y dos años después, al comenzar su segundo mandato, sobreseyó a los cabecillas rebeldes (marzo de 1994). Ese Imperdonable error político trajo como consecuencia que los comandantes golpistas quedaran habilitados para ocupar cargos públicos. Caldera además normalizó la insurrección al darle cargos en su gobierno a los comandantes rebeldes: Árias Cárdenas (Dirección del PAMI), Ortíz Contreras (f) (PAMI-Francia), Urdaneta Hernández (Cónsul en Vigo, España), Chávez lo rechazó. Ese fue el golpe de gracia para las Fuerzas Armadas venezolanas.

El 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez fue elegido presidente.  Él incorporó en su gobierno a sobrevivientes de la guerra contra la guerrilla marxista-fidelista, y a los herederos de una ideología que se había mantenido latente por más de medio siglo.

El día de la toma de posesión, en la parada militar en El Paseo de los Próceres, frente a todos los poderes del Estado y Misiones Diplomáticas acreditadas, Chávez expresó que quienes se alzaron el 3-4 de febrero de 1992 eran héroes de la patria; y quienes no lo hicieron, eran traidores. Ese mismo día en horas de la tarde, Chávez visitó la Academia Militar de Venezuela, acompañado por Fidel Castro y el Ministro de la Defensa, el General Raúl Salazar (f). Chávez ordenó eliminar el recinto de homenaje póstumo a los militares caídos en la guerra contra la guerrilla marxista-fidelista y ordenó que el Batallón de Cadetes rindiera honores a Fidel Castro. Lo que Castro no pudo lograr con la violencia armada, lo consiguió entrando por la puerta grande y con honores.

Castro rápidamente infiltró todas las instituciones del Estado venezolano, incluyendo la Institución Militar. Paralelamente, puso en marcha su estrategia de control en la región haciendo uso de nuestros grandes ingresos petroleros y utilizando a Venezuela, como cabeza de playa. Fue Fidel Castro quien ideó y ejecutó la estrategia de consolidación del régimen totalitario en Venezuela; no fue Chávez, ni es Maduro.

Hago esta breve reseña histórica, porque considero importante que se entienda que el totalitarismo en Venezuela no comenzó hace 25 años; es el resultado de un proceso de penetración ideológica que data desde hace un siglo. Ideología astutamente mercadeada por Fidel Castro durante la guerra fría, siendo el operador regional de Rusia y China. El proceso fue lento, pero dió frutos en Venezuela, como consecuencia del fracaso estrepitoso  de un bipartidismo preñado de corrupción e incapaz de generar soluciones para las necesidades más apremiantes de los venezolanos. Venezuela sucumbió ante la ignorancia política de sus ciudadanos, el mesianismo y el populismo. Todo eso aderezado con la maquinaria mediática al servicio de los intereses de las élites de poder, incluyendo los mismos dueños de medios de comunicación, que en su momento, se alinearon con Chávez. Algunos de ellos, llegaron a asesorarle.

La nación colapsó. Venezuela es un Estado fallido. El país dejó de existir como entidad política independiente desde hace un cuarto de siglo. Considero que la proliferación del castro-chavismo se debe a que, en otros países de la región, existen y se reproducen agentes patógenos similares a los que vulneraron la sociedad venezolana.

 

A pesar de los serios problemas que obviamente debemos corregir, los venezolanos hemos librado una batalla admirable contra el régimen castro-chavista. Un ejemplo, es lo ocurrido el 11 de abril de 2002, cuando el Alto Mando Militar pidió a Chávez la renuncia, y ellos pusieron a la orden sus cargos. Chávez estaba caído, pero todo se fue al suelo por la desmedida ambición de los dirigentes políticos que antepusieron sus intereses personales, a la libertad y el bienestar de los venezolanos. Yo estuve ese día en Miraflores, fui testigo de los enfrentamientos por cuotas de poder. El caos en las filas opositoras era generalizado. El Comandante del Ejército, el General de División Vázquez Velasco llamó a Fidel Castro y horas después, Chávez estaba de vuelta en Miraflores.

La comunidad internacional ha reconocido la lucha de los venezolanos. Sin embargo, hay una vergonzosa realidad que nos afecta, y me refiero a errores inexcusables y actuaciones imperdonables de actores políticos opositores. Los ciudadanos venezolanos y representantes de países aliados hemos sido manipulados y defraudados. Dos décadas después de los eventos de abril de 2002, los malos hábitos no han cambiado y las negociaciones por cuotas de poder, continúan a la orden del día.

En mi opinión, los venezolanos necesitamos y esperamos la propuesta de un verdadero cambio político. Ese cambio solo será creíble, si es planteado por dirigentes políticos con ética y capacidad profesional, que estén totalmente desligados de actores con trayectoria cuestionable. Ese no es el escenario que observo.

La sociedad venezolana está fragmentada. Muchos opositores viven el efecto náufrago, se aferran a cualquier objeto flotante que les permita mantener la cabeza fuera del agua. Por otra parte, existe un porcentaje importante de venezolanos que desconfiamos de  quienes han estado alternando la dirigencia partidista opositora. ¿Es razonable esperar que los ciudadanos acepten y respalden a dirigentes que han mentido sistemáticamente? ¿Acaso podemos confiar en quienes han puesto sus ambiciones políticas por encima del bienestar común? ¿Es posible pedir unión entre venezolanos honestos y quienes no lo son?

Nuevamente nos encontramos en un año “electoral,” enfrentado una situación que no es diferente a la de años anteriores. Las variables no han cambiado: no tenemos soberanía, las instituciones del Estado están controladas por el régimen, y nos enfrentamos a una corporación criminal sustentada por grupos armados nacionales e internacionales.

La escalada de acciones represivas que hemos venido observando desde inicios del 2024, responde al manual de operaciones. En Rusia, acaba de ocurrir con el asesinato de Alexei Navalny, pocas semanas antes de las elecciones de Marzo 2024. En otoño del año pasado, alerté sobre lo que he llamado “ La Operación Cerrojo”, la intensificación de acciones terroristas generadas desde el régimen: persecución, allanamientos, confiscación de inmuebles, desapariciones  forzadas, encarcelamientos y potencialmente más asesinatos dentro y fuera de Venezuela.

Todo esto no es sorpresa; pero al parecer, hay algunos sorprendidos.

Hasta el día de hoy, no he escuchado a dirigentes partidistas exponer planteamiento alguno, donde se nos explique cómo desmontar la estructura criminal, expulsar a los invasores y recuperar nuestra soberanía. Tampoco considero que esté planteado un sustantivo “Cambio Político” que garantice una transición exitosa hacia la democracia.

En la improbable eventualidad que el régimen acepte la “transferencia del poder", no puedo decir que soy optimista. Mantener la gobernabilidad es un desafío considerable en un país sin Fuerzas Armadas, y que está plagado de grupos paramilitares, invadido por guerrillas colombianas y controlado por mafias del crimen organizado.

Quiero pensar que después de la tragedia que nos ha tocado vivir, los venezolanos hemos aprendido lecciones valiosas que nos serán muy útiles, cuando llegue el momento de reconstruir nuestra amada Venezuela.

Concluyo, citando la reflexión de un buen amigo:

“Aún en la decadencia, creo en la resiliencia de mi gente. La historia nos ha enseñado que somos capaces de grandes hazañas. Debemos volver a ser los agentes de cambio, los defensores de la justicia, los soñadores de un futuro mejor. La tarea no es fácil, pero la historia está esperando por nosotros para escribir el próximo capítulo”.

Dios Y Patria

    VA Carratú Molina

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