Carta Abierta al Gral. Div. (ej), Vicente Narváez Churión
Carta Abierta al Gral. Div (ej) Vicente Narváez Churión
Me veo en la obligación de fijar mi posición y aclarar comentarios hechos sobre mi persona por el Gral. Div. (ej) Vicente Narváez Churión, en un audio de su autoría. Antes de hacer pública esta carta abierta, se la he hecho llegar por correo electrónico al General, teniendo una consideración que no se tuvo conmigo.
Mi manera de pensar es ampliamente conocida. He sido coherente y consistente a lo largo de mi carrera militar y sobre todo en los últimos treinta y un años, tras haber incursionado en el ámbito público. Gral. Narváez, usted está al tanto de lo que he declarado públicamente y ha escuchado, de viva voz, mis opiniones en las reuniones privadas del Petit Comité[1], al cual fui invitado poco después de mi forzado exilio. No entiendo el motivo de su audio, sus aseveraciones inexactas y su crítica intempestiva. Me reservo mis conjeturas.
No acepto que se me involucre en chismes. No me inmiscuyo en la vida personal de otros y mucho menos tolero que se me adjudiquen palabras que no he pronunciado. Comienzo esta aclaratoria, recordando la definición de la palabra traición, a fin de abordar con propiedad, el tema que parece inquietarlo, General. Según la Real Academia Española, traición es:
- El delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad y soberanía de la patria, la independencia del Estado o contra el honor.
- La falta que se comete quebrantando la fidelidad, lealtad o confianza que se debe guardar o tener.
General Narváez, usted califica de “sátrapas y delincuentes” a quienes han estado en el poder desde 1999. Su apreciación es altamente imprecisa. Considero que son igualmente bandidos y traidores quienes comprometieron la seguridad y soberanía de la patria a lo largo de nuestra imperfecta democracia; quienes se enriquecieron ilícitamente siendo empleados públicos (civiles y militares); quienes compraron con su poder económico a dirigentes políticos y militares, y quienes se vendieron; quienes abusaron de la investidura otorgada por el Estado para beneficio propio, de sus familiares y amigos; quienes, con velados intereses, manipularon la información veraz. Ninguno de esos individuos cumplió con su deber de servir a la nación; por el contrario, antepusieron su bienestar al de los venezolanos. Voy más allá, también considero traidores a quienes han cohabitado con esos delincuentes, quienes los reciclan y los califican como venezolanos honorables y decentes.
En su audio, usted puntualiza que conoció y continúa conociendo traidores; pero dice que no dará los nombres porque no gana nada batiendo sus nombres contra el suelo. Evidentemente pensamos y actuamos de manera muy diferente, General.
Menciona usted, su desempeño como Ministro de Defensa (1982-1983), y describe cómo las Fuerzas Armadas le dieron “palo hasta por el cielo de la boca” a los guerrilleros, incluyendo el ataque militar en Cantaura, el 4 de Octubre de 1982. Inexplicablemente, usted apoya a individuos que enaltecieron a ex guerrilleros como Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez, y les rindieron honores al fallecer.
Gracias a la pacificación de Rafael Caldera (f), que le permitió a asesinos integrarse impunemente en la sociedad venezolana, algunos de esos delincuentes murieron en Venezuela como destacadas personalidades, en su casa, tranquilos con los suyos. Muy diferente escenario a cómo vivieron y murieron venezolanos como el Gral. Brig. Camilo Vetencourt, aka Camilote (f) - Promoción AMV, Cedeño Tabares 1946 -. Un héroe militar que combatió a guerrilleros Marxistas-Fidelistas, con sobrados méritos para comandar la 4ta División de Infantería, en 1971. Camilote murió en el exilio, sin reconocimiento alguno por sus logros y sacrificios en la lucha contra criminales entrenados y financiados por Rusia, China y Fidel Castro, para tomar el poder en Venezuela.
Indudablemente, todo es relativo, General. Recuerdo que en una oportunidad me dijo: “Lo que ocurre Almirante, es que usted es muy militar.” En eso tiene usted razón, soy “muy militar”. Un militar patriota que ha defendido a toda costa la nación, la Institución Militar y mi profesión, como lo hizo mi hermano, el Contralmirante Carlos Jorge Carratú Molina, antes que yo. Un militar que nunca permitió injerencias partidistas en la Armada. Un militar sin lealtades partidistas que jamás buscó privilegios, y que trabajó arduamente para ascender por méritos propios. Un militar incómodo por no alcahuetear sinvergüenzadas, ni tolerar ambigüedades.
Soy un militar que honra los sacrificios y cada gota de sangre derramada por los venezolanos, especialmente los de civiles y militares que lucharon contra la guerrilla Marxista-Fidelista del pasado, y de ahora. No olvidaré como los militares venezolanos eran enterrados en vida, solo con sus cabezas sobre la tierra para que los animales se las comieran; o cómo ellos eran empalados (atravesados con palos desde el ano hasta la boca) y colgados en los árboles. No olvido que mi familia vivió en carne propia esa cruenta lucha, como tantas otras familias de militares y funcionarios policiales. Los afortunados, sobrevivimos atentados como los sufridos por la esposa y cuatro hijos pequeños de mi hermano Contralmirante, a manos de guerrilleros urbanos, por él supervisar la reclusión de guerrilleros en la isla La Tigrera. Tampoco olvido los soldados de la patria leales a la Constitución, asesinados en 1992, ni todas las muertes que han sido consecuencia del imperdonable error político de Caldera. Al no condenar y encarcelar a los cabecillas del cuartelazo, Caldera no sólo hirió de muerte a la Institución Militar, también habilitó para cargos públicos, a traidores y asesinos como Hugo Chávez Frías (f).
En Venezuela, los sinvergüenzas, delincuentes y asesinos son enterrados con honores; mientras que los venezolanos honestos que defendemos la nación somos apartados, irrespetados y desterrados.
General Narváez, usted habla de justicia ejemplarizante al estilo de Nuremberg. Considero importante señalar que existe una gran variedad de delitos que causan muerte y destrucción, y que no están codificados como crímenes de lesa humanidad. Los venezolanos continuamos sufriendo las consecuencias de la impunidad; Sin embargo, y a pesar del tortuoso camino recorrido, usted secunda hoy, a quienes apoyan una ronda más de amnistía. Yo discrepo, considero que no existe justicia cuando se legaliza la impunidad. El pilar fundamental del Modelo Democrático de Gobierno es la justicia imparcial, oportuna y sin privilegios que la corrompa.
Prosigo con mi aclaratoria. El Jefe de Campaña (1996-1998) del Dr. Miguel Rodríguez Fandeo, no fui yo, como usted señala en su audio; fue el Dr. José Mendoza Angulo, ex rector de la Universidad de los Andes, un ilustre ciudadano. Cuando Hugo Chávez comenzó su campaña política, busqué apoyo para neutralizar su avance, inclusive judicialmente. Mis esfuerzos no fueron exitosos porque algunos no visualizaron el peligro y otros comenzaban a cuadrarse con Chávez. En 1996, el Dr. Rodríguez Fandeo me solicitó asesoría en materia militar y Seguridad de Estado. Yo era su alumno en el PAG XIII del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). Le manifesté mi disposición de colaborar, bajo la condición que no se involucrara con AD, COPEI o ningún otro partido político. Consideré en ese entonces que Miguel, como tecnócrata de reconocida reputación, podría ser la persona que lograse generar el necesario cambio político.
El Dr. Rodríguez Fandeo es un venezolano con valiosos aportes en su ámbito profesional, tanto es así, que individuos que usted apoya lo han contactado buscando asesoría en materia económica. Evidentemente, son muchos quienes reconocen el conocimiento y la capacidad del Dr. Rodríguez, quien por cierto conoce en detalle las acciones criminales de los traidores conjurados que pidieron su cabeza en 1992. Quien me conoce, sabe bien que rechazo el amiguismo y el fanatismo. Gral. Narváez, si estuviera usted bien informado, y además hubiese leído mi propuesta para el Cambio Político en Venezuela, no habría hecho comentarios sin fundamento.
He declarado públicamente que mi compromiso es Venezuela. Mi trabajo es incondicional; no aspiro a cargo alguno. Si la providencia me diese la oportunidad de colaborar en una Junta de Transición, los integrantes de ese equipo tendríamos que cumplir con todos y cada uno de los requisitos que planteo en mi propuesta. Le dejo el enlace al documento, quizás en esta oportunidad, tome unos minutos para leerlo:
https://vabravozulu.blogspot.com/2022/07/cambio-de-liderazgo-polltico-opositor.html
En el actual escenario, no apoyo primarias ni presidenciales. En primer lugar, porque existen condiciones geopolíticas que impiden elecciones transparentes, libres y justas. En segundo lugar, porque considero que los candidatos no tienen la probidad para garantizar el cambio político. Tampoco la capacidad profesional, la fortaleza y la visión estratégica requeridas para maniobrar el barco en la difícil transición hacia la democracia. Sin embargo, en este último punto, los presidenciables y quienes buscan posicionarse en su entorno, tienen la oportunidad de convencer a los venezolanos, de lo contrario. Si esos individuos no tienen algo que ocultar, deberían seguir mi recomendación y aceptar participar en una auditoría minuciosa (realizada por una firma internacional reconocida), para mostrar: el origen de su patrimonio; sus activos; asociaciones pasadas y actuales con empresarios y/o gobernantes (nacionales e internacionales); los financiamientos recibidos: 1. campañas políticas, 2. gestión pública, 3. actividades pro-democracia (como “oposición” al régimen de Nicolás Maduro); y las ayudas recibidas en el exilio, entre otras cosas.
Para concluir, hago énfasis en lo siguiente: En el pasado, en algunas oportunidades salí de mi zona de confort, dí oportunidades y cedí ante el llamado a la “unidad”. Aprendí, que siempre he estado en lo correcto: No puede haber “unidad” entre bandidos y ciudadanos honestos. Hoy más que nunca, actúo en base a mi convicción, y no busco ni necesito la aprobación de terceros.
Soy un hombre sólido, como la quilla de los navíos vikingos que surcaban aguas azules y costeras. Soy un militar forjado para servir a la nación, y preparado para capear los ataques enemigos y las turbulencias atmosféricas.
Mi verdad me fortalece,
Dios y Patria.
[1] Petit Comité: Grupo de análisis y debate sobre la Causa Venezuela, integrado por ocho militares de alto rango retirados, residentes de los Estados Unidos de América.
Simplemente excelente, Carta pública escrita por un hombre y militar de Honor
ResponderEliminar