Carta Abierta para el Grupo Libertad y Democracia
Respetados expresidentes,
He de confesar mi escepticismo sobre cualquier esfuerzo que pretenda lograr una salida electoral a la crisis política en Venezuela. Sentarse en una mesa de negociaciones con un régimen totalitario es cuesta arriba. Nuestro caso se complica mucho más, por la incapacidad e inmoralidad (por decir lo menos) de muchos en las filas opositoras. La prevalencia de pugnas por cuotas de poder y los escándalos de corrupción, no solo han decepcionado a los venezolanos, también han erosionado paulatinamente, la confianza de la comunidad internacional en la dirigencia opositora venezolana. Venezuela se ha convertido en una papa caliente.
El levantamiento de las sanciones al régimen de Maduro, no es una solicitud que dimana del gobierno colombiano. Recordemos que un sector opositor lo ha planteado desde ya hace algún tiempo. Jon Finer, Vice Asesor Principal de Seguridad Nacional de Estados Unidos, declaró al finalizar la Cumbre de Bogotá, que el alivio de las sanciones por parte de Estados Unidos está condicionado al cumplimiento de medidas concretas que conduzcan a elecciones libres y justas en Venezuela. Quizás piensen ustedes que peco de pesimista, pero no visualizo la cristalización de semejante compromiso, por parte del régimen.
En su declaración, ustedes hablan de la exclusión de María Corina Machado y la expulsión de Juan Guaidó de territorio colombiano, en el marco de la Cumbre de Bogotá del 25 de abril de 2023. Me permito diferir de su apreciación, y considero de vital importancia que, ante todo, nos mantengamos imparciales y objetivos.
Las autoridades colombianas, en su compromiso con los líderes de 19 países, han acordado escuchar a las partes involucradas en el conflicto venezolano. María Corina Machado no ha sido excluida de ninguna manera, y lo ha confirmado el Canciller colombiano en rueda de prensa. Se está estructurando una agenda y los interesados deberán respetar las fechas y espacios adjudicados para cada una de las partes.
Con relación a la situación que se presentó con Juan Guaidó, sabemos que funcionarios de migración Colombia en Cúcuta, le alertaron que entrar al país de manera irregular, era causal de deportación. Guaidó no llegó a Colombia solicitando asilo, en ningún momento lo manifestó. Inclusive, ha declarado que no tiene intención, por el momento, de solicitar asilo en los Estados Unidos. Guaidó viajó a Colombia con la intención de solicitar entrevistas con delegaciones internacionales y reunirse con la diáspora venezolana, así lo expresó en un comunicado. Él ignoró la advertencia de las autoridades colombianas, en lugar de dar media vuelta y regresar a Venezuela. Guaidó salió del país con la intención de regresar para participar en las primarias, lo que refleja que no consideró, como una amenaza real, posibles represalias por parte del régimen de Maduro, en este momento.
El plan de Guaidó no era hablar sobre la problemática venezolana que es ampliamente conocida por todos los participantes en la Cumbre. Su plan era tratar de hacerse nuevamente relevante, acaparar la atención de los medios y tomar ventaja sobre otros candidatos para elecciones primarias. Cuando Guaidó entendió que no podría llevar a cabo su plan, tuvo que elegir entre dos opciones: 1. Regresar a Venezuela con el rabo entre las piernas, humillado y fracasado; o 2. Solicitar la asistencia de los Estados Unidos. Llegó a Miami como víctima, logró los encabezados de la prensa internacional y el ruido mediático que persiguen los políticos en campaña.
Respetados expresidentes, los venezolanos estamos luchando por recuperar la libertad. Necesitamos líderes que no solo hablen de Estado de Derecho, sino que respeten las leyes. Considero que de ninguna manera debemos justificar y mucho menos victimizar a quienes irrespetan la Constitución y las leyes, Juan Guaidó violó las leyes colombianas. Además, trató de imponer su presencia y anteponer su agenda personal, en un momento en el que la atención debió estar enfocada en la Cumbre de Bogotá, aunque solo haya sido por respeto a los delegados participantes.
Los venezolanos hemos sacrificado demasiado. Muchos han entregado la vida, sangre ha sido derramada en las calles. Muchos han muerto de hambre o por falta de tratamiento médico y medicinas. Otros, desesperados se han quitado la vida o la han perdido en su travesía hacia otras tierras. Los venezolanos merecemos servidores públicos honestos, capaces, responsables, comprometidos y sensatos. Hombres y mujeres que antepongan la libertad y el bienestar de los venezolanos a sus ambiciones personales e intereses partidistas.
Los protagonistas de esta lucha somos los venezolanos. No es María Corina Machado, no es Juan Guaidó. No lo es ninguno de los dirigentes políticos que se han beneficiado de la profesión más lucrativa en Venezuela, la de hacer “oposición” al régimen. Todos ellos han perdido credibilidad ante los venezolanos y la comunidad internacional, ya sea por su inacción en momentos críticos, por imperdonables desaciertos o por actos de corrupción.
La destrucción de Venezuela no comenzó de la mano de Hugo Chávez, es el resultado del deterioro progresivo del modelo democrático, que desencadenó en la conjura civil-militar e intento de golpe de Estado de 1992. He sido testigo de graves errores políticos, dos de ellos abrieron y cerraron un ciclo: La pacificación de 1972 y el sobreseimiento de Hugo Chávez y otros cabecillas rebeldes en marzo de 1994, ambos por decreto de Rafael Caldera. Considero que debemos aprender las lecciones, por tal razón me he comprometido a denunciar a quienes pretendan reciclar a civiles y militares copartícipes de la destrucción de Venezuela. Les pido su atención sobre este delicado tema, porque muchos de los responsables de la tragedia venezolana, están aún activos en las filas opositoras. Algunos de ellos plenamente identificados, otros mimetizados, pero todos forjando alianzas que obstaculizan el verdadero cambio político.
Me dirijo a ustedes, como un ciudadano más. Mantengo mi posición de militar institucional, nunca he estado afiliado a partidos políticos. No tengo ambiciones políticas y no apoyo a ningún candidato en sus aspiraciones de poder, tal como lo ratifiqué en mi carta abierta a los venezolanos de fecha 23 de julio de 2020.
Confío en que los venezolanos continuaremos contando con el apoyo imparcial de todos ustedes y de la comunidad internacional en general.
Muy respetuosamente,
VA Mario Iván Carratú Molina
Comentarios
Publicar un comentario